En la tierra de los dioses, donde reinaban con solemnidad y sabiduría, todos juntos, hasta parecía en armonía, donde habitaban dioses como el del fuego, el del viento, el del respeto, el de la honestidad, el dios de la vanidad y del orgullo, el dios de la amargura, el de la valentía, y tantos más, hoy se ha anunciado que ha nacido un dios nuevo, un dios que esperaban desde hace mucho, porque hace mucho que no nacen dioses nuevos por aquí, pero nació débil, nació pequeño, da la impresión de estar ciego, no tiene la astucia del dios del agua, no tiene la fuerza de la deidad del sonido, no tiene la convicción del de la tierra, no tiene la sensación de alivio del dios nocturno, hasta parece que nació muerto del alma, vacío, perdido, sin habla, ¡Valiente dios nuevo que no sirve de nada! Los dioses un poco decepcionados, tan sabios pero inocentes le regalaron compañía, y el dios pequeño que poco a poco fue abriendo los ojos, de repente sintió como germinaba en el una sensación que le cosquilleaba la razón, fue cuando se le despertó una hambre inusual, desconocida, algo que no experimentaba, una ansiedad por el interés, interés por su compañía, por agradarle, por tener algo que ofrecerle, interés por el interés, pero seguía siendo el dios más débil y algo torpe, aún así, su hambre aumentaba, ya no sólo por el interés de su compañía, sino por lo que había despertado en él, una ambición con la cual se confundió, no sabía si ese era en si su poder o si algún poder le saciaría esa ambición cruda que a la vez le ardía y quemaba la mente.
Corrió, huyó, se escondió, se fue a la montaña más alta desde donde observaba a los demás dioses, los espiaba, los empezó a imitar, aprendió de ellos con una facilidad tan natural y sorprendente, que pensó: "si puedo ser fuerte, si puedo ser rápido, si puedo volar en los cielos o nadar en los ríos y mares, si puedo hacer fuego, si puedo usar los números para mi, si puedo ser como los demás dioses, o tal vez un mejor dios, como nunca antes había existido, podré tener eso que aún no se como llamarlo, pero podré tenerlo, será mío".
Pero no fue tan simple, no era tan sencillo, los dioses no permitirían que otro dios los supliera, que tuviera su poder irremplazable, no lo dejarían, era impensable para ellos, por lo tanto ideó como engañarlos, matarlos, uno a uno los fue seduciendo y traicionando, separando y debilitando, cada que enterraba a uno, se iba haciendo más grande, iba creciendo primero sus manos, luego los pies, y su ambición se desbordaba, le brotaba por sus ojos de dios.
Cuando creyó terminar con todos, se sentó en el desierto a descansar, a limpiarse la sangre para empezar de nuevo, limpio y completo. Pero no estaría mejor.
En su cabeza y en su corazón ahora habían emociones y sentimientos amontonados, en desorden tratando de sobresalir, odio, compasión, frustración, amor, tristeza, alegría, vanidad, sinceridad, todos tratando de reventar su cabeza de dios, pero ahora había cambiado, ya no era ese dios pequeño, flaco y mudo, ahora era otro y era tanta la sabiduría que había aprendido de los dioses muertos, que entonces comprendió que su vida no tendría significado si su vida misma no tuviera fin, de que sirve vivir, si no vale la pena morir, morir por el, y morir por otros, morir por ti. Decidió entonces, que el sería mortal, pero su linaje no debería terminar con el, habrían de venir más como el, tendría que asegurarse que la vida y muerte se mantuvieran en un ciclo perenne, así como su acompañante que seguía a su lado, así pero estos no repetirían sus errores, su soberbia, su ambición, ellos serían lo que el no puede ser, y así fue.
Cuando el dios viejo murió, pocos fueron a verlo, a muchos se les olvidó como fue que un pequeño dios llegó a lo más alto por medio de la traición e inmadurez, como reinó con sabiduría, y como enfermó de soledad y polvo.
Hoy escuche a unos niños felices, que decían entre risas y bullas, que un nuevo dios está por nacer, es motivo de fiesta y alegría, porque hace muchos años que no hemos sabido de alguno; ya le están preparando una fiesta, una bienvenida con sorpresa y cautela, como ya no los hemos visto, no sabemos como son, o si ya está con nosotros, si es como nosotros, habrá que ser paciente a que se muestre y ver de que es capaz de hacer un dios nuevo en la tierra de los hombres.
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