Friday, September 26, 2014
Papel y fuego, Santa Ana Tlacotenco
Fin de semana que me recordó "la autopista del sur" sólo que el formidable cuento fantástico de Julio Cortázar, que hablaba de embotellamientos interminables y sociedades que se acercan, omitió mencionarme a los vendedores ambulantes de pepitorias, y alegrías de amaranto, las piñatas en venta que se parecen a todo una nada, la "subida en primera" para alcanzar ese lote improvisado como estacionamiento, tampoco menciona el valle que dio hospicio al evento, las risas y sonrisas, la expectación, las filas para todo; tampoco menciona al grupo norteño Calibre siete seis dos, ni al "maestro de ceremonias" pidiendo por el sonido local que todos los extraviados se presentaran en el escenario principal, donde los aguardarían sus cercanos, no menciona a las familias de niños, adultos y ancianos dispuestos a aventurarse y acampar durante la noche contra el frío inminente, hostil y seco, ni habla de la zona del "food court" tan deliciosamente desorganizado, con su garnacharía y apetitosos postres de feria de pueblo, no menciona las nopaleras, ni la venta de pulque, omite mencionar los efímeros vuelos de los primero globos de cantolla, que mal preparados lograban que sus flamas rebotaran en las paredes internas de papel, rasgando con una llama que no perdona las primeras ilusiones, incinerandolos y mandándolos a pique; tampoco habla de las improvisadas letrinas, del descontrol para la venta de globos, de las gotitas que a rato caían amagando con llover, pero es un decir que no importara mucho que no aparecieran todos estos detalles en su magnífico relato, nuestro gran lanzamiento fue un éxito total, al primer intento, mayor al de cualquier lanzamiento de alguna misión de la NASA, y minutos después un cielo salpicado de lucecitas, que con sus propias historias e incandescentes sueños borraron toda experiencia anterior, imprimiendo en nuestros recuerdos uno más de oscuridad y luz.
Santa Ana Tlacotenco
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