Este año en semana santa tocó nos fuimos a turistear a ni mas ni menos que la playa de la llorona, en Michoacán, una playa increible en medio de nada, a 12 hrs del DF, ya teníamos la referencia que hasta ahi se había filmado la pelicula de Amar a morir y pues nos lanzamos, durante un recorrido en el cual fuimos perdiendo señal telefonica y cervezas frias en el camino,llegando al anochecer a la palapa de Serafin que no estaba, pero si su señora, la señora Mari que era digamos la representante, administradora, gerente de la palapa, instalamos solo una tienda para la noche y pudimos descansar, tomandonos unos tragos a la luz de la fogata que unos vecinos prendieron, donde conocímos a Lalo y a su exótica novia, que no recuerdo su nombre, ambos de Guadalajara; y de otro campamento llegó Pinto, curioso muchachillo pero buena onda.
Al dia siguiente, me dedique a emborracharme sistematica y gradualmente desde que amaneció, hasta que me anocheció, fue un buen día, en el que pude liberarme de mis demonios y de otras cosas mas, para mi estuvo mas que bien, lo siento por lo demas que tuvieron que empujarme, jalarme, soportarme, cargarme y aventarme, pero fue de verdad liberador.
Estos viajes a la playa tienen las propiedades curativas que solo ellos pueden oferecer, con el olor a arena, el sonido de las olas rompiendo, el olor a galleta humedecida, el bloqueador o el bronceador, las cervezas con arena pegada por afuera, la arena caliente, las vueltas al pueblo para comprar mas hielo, mas cervezas, algo de comida, el tiempo que parece no pasa y cuando te das cuenta ya se fue, por mi me iría a acampar a la playa cada ocho dias.
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